al que algunos llaman ‘cólquico’
[18] porque nace en la Cólquide.
Estas son las hierbas y las hortalizas
[19]: el
tejo que algunos llaman
thýmalon [20] y los romanos
taxus [21] [o
náxios], la
belladona, la hierba de Cerdeña que tiene forma de
ranúnculo, la
adormidera marina, <el
pharikón>, el
veneno de flechas (toxikón) >, la
ruda silvestre [22],
hongos.
Estos son productos obtenidos de animales:
sangre fresca de toro y la
leche cuajada, la
miel que se produce en Heraclea <del Ponto>.
Estos son los minerales:
yeso,
albayalde,
tierra blanca,
oropimente,
rejalgar [23],
litargirio,
mercurio [24].
Estos son productos habituales
[25]: vino bebido en grandes cantidades y abundante sacado de los baños, o el dulce, o el agua fría también.
1. De las cantáridas (
kantharídes)
[26]
A los que han ingerido cantáridas les ocurren unos indicios muy complicados. Casi desde la boca hasta la vejiga les parece que todo les da punzadas. Les produce en el gusto algo que se parece a la pez o a la cedria. Se les inflama el hipocondrio derecho y orinan con dificultad. Muchas veces echan sangre con la orina. Les sale vientre abajo lo mismo que los que tienen disentería. Les acontecen desvanecimientos, mareos, pérdidas de conciencia. Al final pierden la razón. Es necesario, desde luego, antes que se produzcan tales síntomas obligarles a vomitar, administrándoles aceite o alguna otra cosa ya mencionada; después de que hayan expulsado la mayor parte por vómito, hay que hacerles una lavativa de jugo de grano de
cereal,
arroz,
uva de mar, decocción de
harina de cebada, infusión de
malva, o de
linaza, o de
alholva, o de las raíces de
malvavisco que los romanos llaman
ibiscum; hay que darles a beber por añadidura
natrón con aguamiel para que echen por abajo y purguen
[27] lo que todavía esté en su estómago e intestinos; en caso de que no tenga un efecto definitivo, hay que vaciarles con una lavativa de aguamiel con natrón y darles a beber además vino, o vino dulce, envuelto con semilla de
piñas y
pepinos, con leche, con aguamiel, y
grasa de ganso fundida en vino dulce. A las partes inflamadas hay que aplicarles un emplasto de harina cocida de
cebada mezclado con aguamiel. Al principio los emplastos que se administran perjudican porque lo administrado está retenido por el calor producido, al fijarse en lugares que son dominantes, con el tiempo benefician incluso en inflamaciones muy complicadas y alivian y calman las zonas doloridas. En ese momento conviene, tras haber engrasado el cuerpo con aceite caliente, lavarlos en un baño: <el tratamiento> hace en cada caso que se segregue por la superficie del cuerpo los productos perjudiciales que se habían asentado en él. Hay que quitar esas secreciones todas ellas en su totalidad para que la situación no se prolongue. Hay que administrar carnes de gallina y cordero, de cerdo y cabrito, éstas son las más grasientas y tiernas cocidas con linaza y también son buenas para el vientre y le quitan fuerza a lo astringente. Hay que tomar mucho vino dulce. Además convienen la corteza de
incienso y la
tierra de Samos del