por ese procedimiento más que por otro se puede ayudar a algunos porque acudimos a los remedios que convienen a cada veneno. Se mezcla con el aceite una decocción de
malva, o
glaucio, o
grasa de ganso, o zumo de carnes grasientas, o lejía de
maderas. Una vez que hayamos extraído el veneno cuidadosamente con los vómitos, para que no quede nada en el vientre extraeremos lo que quede en el intestino con una lavativa astringente. Es eficaz el natrón machacado administrado con aguamiel, muchos vinos añejos bebidos, jugos de gallina, peces grasientos, carnes no frescas y grasientas y compuestos con grasa o mantequilla fresca. Como dije, relajan el vientre y alivian el estómago, hacen que esté más preparado para el vómito, debilita la acritud de los venenos y al rellenar los poros impiden que actúe la acidez de los venenos. Se pueden administrar medicamentos con efecto general, entre ellos la
rúbrica de Lemnos,
el agárico, el
abrótano, el
matacandil, la raíz de
cardo corredor, la semilla de
zanahoria o
calamento, el
nardo céltico, el castóreo, corazón de
cañaheja verde, flor de
adelfa, la que llaman ‘árbol de rosas’, jugo de
marrubio,
asa dulce, su licor <y la raíz que llamaron magýdaris>,
asa fétida, licor de
pánace, licor de
servato [y su raíz],
aristoloquia larga, semilla de
ruda silvestre, hojas de
betónica, la que llaman betonikē. Cada uno de estos medicamentos se administra en cantidad de 1 dracma
[9] con vino. Es eficaz también la decocción de
polio y el electuario de
pez líquida. Ayudan de forma esencial también los antídotos sobre cuya preparación escribiremos al final. De esta manera se puede ayudar en cualquier caso a los envenenados.
Es posible también, a partir de los síntomas que acontezcan, administrar también remedios de carácter general. Casi la mayoría de los venenos producen situaciones corporales comparables, por ese motivo los remedios generales son eficaces en la mayoría de los casos. Los venenos mortíferos son variados pero las situaciones corporales que provocan son generales. No es posible que todos los síntomas respondan a una sola cosa, si ocurriera así, sobraría tratar particularmente cada veneno por sus remedios. Sufrir dolor de estómago, de vientre, <de intestinos>, de hígado, de riñones, de vejiga; tener fuerte hipo, dolor mordicante, temblar, no poder hablar, tener muchísimo frío, sufrir espasmos, perder el pulso, la respiración, quedarse dormido, perder el conocimiento, ahogarse, tener sed, sufrir hemorragias, tener fiebre, orinar con dificultad, tener retortijones, vomitar mucho, sufrir nauseas, enrojecer, quedarse lívido, palidecer, perder la razón, roncar, estar extenuado, hacer y sufrir otras muchas cosas distintas; difícil es descubrir que estos síntomas responden a un único veneno, mostrar que cada uno por separado encaja en unas situaciones patológicas globales con un número pequeño de síntomas generales. Por ello, ante uno solo de los síntomas dichos antes